domingo, 10 de mayo de 2009

REPORTAJE/ De la tumba a la cárcel

Una denuncia conyugal por maltrato desenmascara a un supuesto 'narco' al que la justicia dio por muerto en 2001
JESÚS DUVA - Madrid - 10/05/2009 / El País.com
Juan Gutiérrez estaba muerto desde el 6 de septiembre de 2001, justo cuando la Audiencia de Las Palmas dio por bueno el certificado de defunción aportado por su abogado... y dio carpetazo al proceso por narcotráfico que había contra él. La responsabilidad penal se extingue con la muerte, dice la ley. Así que si el presunto delincuente había pasado a mejor vida, ¿qué objeto tenía mantener abierta la causa? Los otros diez imputados junto con él fueron condenados unos meses más tarde a penas de entre uno y nueve años de prisión.
Gutiérrez, de 51 años, había sido detenido por la Guardia Civil en julio de 1998 en el hotel Riu Palace de Maspalomas (Gran Canaria) acusado de tener relación con una banda de narcos. No se encontró droga en su poder, pero los investigadores sostuvieron entonces que estaba a la espera de hacerse cargo de un alijo de más de 1.600 gramos de cocaína que le iba a entregar un individuo. Por eso, el juez ordenó su ingreso en una prisión, de la que salió en libertad provisional cinco meses más tarde, a la espera del juicio.
Nunca más volvió nadie a saber nada de Gutiérrez hasta que su esposa, la colombiana Yolanda Deal Tafur, de 38 años, llevó al consulado de España en Bogotá un certificado médico en el que constaba que su cónyuge había fallecido por un infarto de miocardio el 17 de julio de 2001 en Palmar de Varela Atlántico, en la cuenca del río Magdalena (Colombia). La legación consular validó ese documento y dio por bueno que el español Gutiérrez había causado baja en el mundo de los vivos. Lo demás fue coser y cantar: ese papel fue aportado a los jueces de Las Palmas y así quedó archivada para siempre la causa penal abierta contra el presunto finado.
Pero el 25 de enero pasado, Yolanda se presentó en la comisaría del distrito de Puente de Vallecas (Madrid) y denunció que había sido maltratada psicológicamente y de palabra por su esposo. Sin pérdida de tiempo, los policías fueron al sexto piso del número 18 de la calle de Rafael Alberti y detuvieron a Gutiérrez en el momento en que se estaba afeitando plácidamente. No opuso la menor resistencia.
La esposa del detenido no se limitó a denunciarlo por maltrato, sino que se explayó en la comisaría. Contó que estaban casados desde hace 15 años. Relató que Juan había sido detenido en Canarias en 1998, que al salir en libertad provisional ambos se trasladaron a Colombia acompañados de sus dos hijas, y que, al poco de llegar a ese país, ella y las niñas fueron secuestradas y posteriormente liberadas por el Ejército. Pero, sobre todo, reveló que el tipo que estaba en los calabozos -su marido- estaba muerto desde hace ocho años.
Los policías no daban crédito a lo que contaba Yolanda. ¿Cómo iba a estar muerto ese hombre al que ellos mismos le habían puesto las esposas? ¿Es que había resucitado? Para salir de dudas, los agentes telefonearon a la Sección Primera de Las Palmas y ésta les confirmó que la causa penal abierta contra Gutiérrez había sido archivada a la vista del certificado de defunción expedido por el consulado español.
Sin embargo, las huellas dactilares tomadas al detenido dejaron bien a las claras que éste era Juan Gutiérrez García, nacido en Madrid el 29 de marzo de 1958. Es decir, la misma persona a la que los jueces habían dado por fenecida y enterrada. De modo que, a la vista de la insólita situación, la Audiencia de Las Palmas determinó ipso facto "reaperturar la causa y dejar sin efecto la extinción de responsabilidad criminal acordada mediante auto de fecha 6 de septiembre de 2001".
Gutiérrez fue puesto a disposición de la juez de Violencia sobre la Mujer número 9 de Madrid, Inmaculada López Candela, que el 28 de enero pasado mandó que el reo fuera encarcelado en Soto del Real (Madrid). La magistrada adoptó tal determinación a tenor del "riesgo de fuga más que probable, habida cuenta los numerosos viajes que el imputado realiza a Colombia, de donde puede no regresar, no pudiéndose [en ese caso] asegurar su presencia en el juicio", según consta en el auto dictado al efecto.
La propia esposa del muerto resucitado había explicado a los policías de Puente de Vallecas que Juan tenía planeado marcharse a Colombia en compañía de su hija mayor, como probaban los dos billetes de avión expedidos para volar a ese país en las siguientes horas. La mujer temía que ese viaje supusiera la muerte -esta vez auténtica- no sólo de su marido, sino también de su hija, ya que una banda criminal había amenazado con liquidarlos a ambos si no les pagaba una vieja deuda de 500 millones de pesos (unos 170.000 euros).
El resucitado ha sido trasladado desde la cárcel de Soto del Real a la de Las Palmas, donde el próximo 2 de junio será enjuiciado por un presunto delito de tráfico de drogas por el que el fiscal solicita que se le imponga una pena de 11 años de reclusión.
¿Qué ha hecho Gutiérrez durante los ocho años en que ha estado resucitado? Regresó a España con su pasaporte y no tuvo ningún contratiempo. Ha presentado sus declaraciones de la renta. Ha estado trabajando de guarda de seguridad -con porra y grilletes- para las empresas más importantes del sector, que de forma incompresible jamás descubrieron ni sus antecedentes policiales ni que estaba oficialmente muerto. Estaba muerto sólo para el tribunal que le tenía que enjuiciar. Pero ya se sabe: el cartero siempre llama dos veces.

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