jueves, 10 de marzo de 2011

Las cartas de petición de auxilio de los Ruiz-Mateos se vuelven en contra de la familia

Nueva Rumasa dice que se sacan de contexto y que el dinero de los pagarés «contribuyó a la expansión y crecimiento del grupo» 

10.03.11 - 02:11 -

La historia se repite. Las cartas que José María Ruiz-Mateos remitiera al presidente y directivos del Banco Santander pidiendo que le mantuvieran una vía de crédito y le ayudaran a sacar a flote empresas de Nueva Rumasa son una reedición de los llamamientos de socorro que lanzó, en los primeros años de la década de los ochenta, al entonces presidente del Banco Popular, Luis Valls. Como ocurriera entonces, la correspondencia se ha vuelto en contra de sus redactores y divulgadores.
La colección de misivas recientes de los Ruiz-Mateos a los mandatarios del Santander, divulgada por la propia familia, incorpora una carta de la que se extrae que el dinero recaudado con los pagarés -operaciones que fueron objeto de hasta cinco alertas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)- no fue empleado en su totalidad para la adquisición de nuevas empresas, incumpliendo lo comprometido.
«Quizás parte de los fondos haya debido ser utilizada para paliar la repentina, incomprensible y contundente falta de comunicación y apoyo del banco», reconocieron los miembros en una de sus misivas. Y Ruiz-Mateos padre precisaba en otra, datada en febrero de 2009 y dirigida al director general del Santander, Javier Peralta, que mucha publicidad y comentarios difundidos «formaban parte del marketing» dirigido a la opinión pública. «Los tiempos no están para invertir, sino para recoger», remataba el patriarca.
Tras difundir las misivas, portavoces de Nueva Rumasa denuncian que se han sacado de contexto. La mayor parte de estas cartas de los Ruiz-Mateos aparecen ligadas a las vicisitudes de las empresas para mantener la financiación. De los parabienes que reflejan las misivas del jefe del clan en una primera etapa, y de las respuestas corteses de los dirigentes del banco en agradecimiento por los obsequios recibidos -el consejero delegado Alfredo Sáenz acusa recibo de un «magnífico cava» en la Navidad de 2006, y el presidente Emilio Botín da cuenta de la recepción de un lote de productos Dhul en marzo de 2007- se pasa a las peticiones concretas.
Vino después la generalización de los problemas, y las misivas trataron de ensalzar el valor de las propiedades. «Solo con que vendiéramos un activo, por ejemplo la marca Cacaolat o unos cuantos hoteles, cancelaríamos en solo 24 horas todos los riesgos que tu banco mantiene con nuestro grupo», aseguraba Nueva Rumasa al grupo Santander en el verano de 2008.
En 2009, cuando las empresas empezaron a emitir pagarés y se vieron marcadas de cerca por la CNMV, que advirtió a los inversores de los riesgos en que podían incurrir, las cartas de Ruiz-Mateos endurecieron el tono. «No he llegado a comprender tu actual postura tan dura con nosotros», reprochaba al director general del Santander, Javier Peralta.
Las apelaciones a los sentimientos y a la religión se prodigaron. «Querido Emilio -escribió Ruiz-Mateos a Emilio Botín, el 10 de junio de 2010- pese a lo mal que lo estamos pasando por la postura de tu banco, quiero que sepas que hemos celebrado una misa en la capilla de mi casa pidiendo por tus intenciones para que consigas tus deseos, en momentos tan difíciles como los que atravesamos. Un fuerte abrazo».
Las advertencias
El 22 de septiembre, el patriarca de Nueva Rumasa, tras haber fracasado en sus gestiones con diferentes directivos, pedía audiencia a Botín, y le reclamaba que, haciendo un acto de humildad, recibiera a sus seis hijos, a los que calificaba de «inmejorables». Pero después elevaba el tono. «Si sois capaces de llegar a un acuerdo de futuro, prometo que seguidamente después me retiro, sin dudar, y todo resultará altamente satisfactorio para ambas partes», apuntaba. «De lo contrario, después de tanta injusticia y continuada persecución, no tengo nada que perder, lo que sería un grave error por tu parte, pues dejarías de ser el ombligo de oro del mundo». «Tú sabrás», concluía. Las cosas se habían torcido. Y en la carta dirigida a Botín el 29 de noviembre Ruiz-Mateos se dirigía al presidente del Santander para pedirle socorro como «principal prestamista».
El patriarca de la familia Ruiz-Mateos tiene una extraordinaria fijación por la banca. Logró aglutinar en la Rumasa primigenia hasta 18 bancos con 1.200 oficinas, pero nunca se vio aceptado por el sector, y en la más reciente pugna por conseguir sus favores financieros deja aflorar su animadversión: «Debes saber -le advierte a Emilio Botín- que los banqueros sois los más odiados de la sociedad en la que vivimos».

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